miércoles, 9 de marzo de 2011

La Guardia Gris 08/03/2011

Enormes nubes de polvo se levantaban al paso del ejército cristiano. Los infantes cargados con sus pesadas cotas de malla, sus escudos y armas, arrastraban pesadamente sus pies sobre aquel seco y duro terreno. El sol estaba llegando a su cenit y sus efectos se hacían notar sobre aquellos guerreros. Enormes gotas de sudor les corrían por sus rostros, sus gargantas se secaban por el polvo y sus cuerpos pedían agua, un agua que no tenían.
Para los caballeros, el calor y el sol no eran menos perjudiciales y la fatiga también se apoderaba de ellos. Algunos marchaban inclinados sobre los cuellos de sus caballos, otros caminaban sujetándolos por las riendas, cansados de montar sobre ellos.
Sobre la cresta de unas colinas cercanas vieron recortada la silueta de varios jinetes. A pesar de la distancia, no había duda que eran sarracenos. Sería una patrulla de exploración, pensaron. Un error que podría costarles muy caro.
Poco mas tarde a aquellos jinetes se les unió un nuevo grupo, portaban estandartes negros con una media luna blanca en su centro, el símbolo de la Guardia de la Media Luna. Cuando vieron descender de la colina oleada tras oleada de jinetes e infantes sarracenos, ya era tarde para preparar una sólida defensa.
Pero la Guardia Gris era una orden de guerreros escogidos y diestros en el combate. Pronto se organizaron para resistir la carga sarracena, que cada vez estaba mas cerca.
El choque fue espantoso. Los primeros en entrar en combate fueron los caballeros, insertando sus lanzas en los enemigos. Muchos cayeron de sus monturas, por ambas partes, muertos y heridos. Algunos conseguían levantarse y seguir luchando desde el suelo, con sus espadas y sables. Otros ya no se levantarían nunca mas. Después llegaron los infantes, que cargaban a la carrera, lanzando terroríficos gritos de guerra y agitando sus espadas en el aire.
Aunque no parecía una gran batalla, por el número de combatientes, si lo fue por el arrojo y valor demostrado por todos ellos. Era una lucha a muerte, frenética, violenta, una batalla de resistencia.
Todos los miembros de GML luchaban con denuedo, al fin y al cabo, la orden estaba formada por algunos de por guerreros y guerreras sarracenos mas valerosos y experimentados. Como solía suceder los mercenarios demostraron que su salario estaba bien pagado, pues se mostraban incansables en la pelea, aniquilando enemigos por doquier. Los aliados no les fueron a la zaga, pues su participación inclinaba la balanza a un lado o al otro.
Finalmente, tras largas horas de lucha agotadora, donde la muerte fue la protagonista, el reñido combate llegó a su fin. La mayoría de los supervivientes apenas se podían mantener en pie, rotos por el cansancio y el calor sofocante. Los estandartes negros se mantenían alzados, La Guardia de la Media Luna había resultado vencedora.
Honrando a todos los caídos en la batalla, incluidos los cristianos, reconociendo de esta forma su valor, poco a poco, los vencedores montaron a lomos de sus caballos y emprendieron el regreso a la fortaleza de La Guardia de la Media Luna. Allí les esperaban una buena comida y los cuidados de los galenos, cosas ambas que les permitirían recuperar sus fuerzas y sanar sus heridas, pues aún quedaban muchas batallas por disputar y ganar.

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