jueves, 17 de marzo de 2011

Santa Inquisición


Una vez más el castillo era sitiado por los cristianos. Habían llegado de madrugada, cuando las almas que el castillo habitaban recién despertaban del sueño reparador de la noche. Los cuernos de guerra alertaron a todo el castillo, los gritos de:

-¡Nos atacan! ¡Todos id por las armas!- hicieron que cada guerrero tomara sus aperos de guerra, comenzara a enlistar sus monturas para ir preparando la táctica de batalla.

Dentro del castillo cada guerrero aparecía en el salón de las batallas con las ropas que había encontrado antes de sentir el ruido del cuerno y tambores. Las guerreras, eran las que de manera más rápida habían puesto sus ropas de diario, mientras una capa las cubría, puesto que el salón aun no tenía fuego encendido, solo las lámparas de aceite que hacían visible los rostros. El aspecto de todos era de preocupación, ahora que los cristianos habían vuelto a reunir sus tropas y luchaban de mejor manera, las cosas se ponían nuevamente interesantes, pero también peligrosas, ahora todo debía hacerse en secreto y con mucho cuidado.

-Los aliados han sido avisados.- dijo Eisha mientras se paseaba nervioso por la habitación.- Las respuestas de apoyo llegaran cerca del medio día, los mercenarios han sido convocados y llegaran al campamento antes del anochecer, los voluntarios no sabemos, recuerden que no todos desean nuestra victoria.- Todos escuchaban en silencio el informe entregado, sabían que las diferencias entre ordenes a veces producían conflictos, pero ellos tenían claro su norte, siempre lucharían contra el infiel.

.-Necesito que todos.-Habló Hombre del saco.- Se pongan en movimiento, esta noche la defensa será más importante que el ataque, por lo tanto, los guerreros menos experimentados irán al frente de la defensa junto a Eisha y Ainfean, quienes tendrán la misión de guiarlos en el combate.- Ambos esposos al escuchar eso sonrieron en la distancia, agradecían no tener que luchar separados, puesto que el no estar cerca los ponía ansiosos, y les desagradaba pelear axial.

-Yo estaré tras la primera defensa junto a Octavia, Jasmine, Dark Savior y Jisis.- Los guerreros al escuchar sus nombres, ponían rectas las espaldas, llenos de orgullo.

.-El resto.- Seguía ordenando Hombre del Saco.-Estará apostado casi en los murallones de la fortaleza, junto a Los Mirmidones, y una parte de Dosis pagana. En el medio de la defensa, estarán Guardianes del sello y los mercenarios y en la primera defensa estará lo que queda de Dosis Pagana junto a los voluntarios.- Así Hombre del saco daba por terminado su plan de defensa, cada uno tenía sus lugares y pelearía hasta la muerte por defender lo que amaba.

La noche había llegado , todos los guerreros estaban apostados fuera del castillo esperando el ataque, algunas antorchas habían sido prendidas, y en las almenas del castillo GML grandes mezclas de aceite y heno iluminaban el cielo, mostrando la luz a los guerreros, para que en sus corazones la duda no hiciera mella y pelearan con fiereza.

-Te amo.- Murmuró Ainfean, con voz firme bajo el casco que cubría su rostro. Eisha estaba a su lado, con las riendas del caballo sujetas con fuerza, puesto que el ruido de las armas cristianas comenzaba a acercarse, eso solo dignificaba que les quedaban unos minutos de paz antes de dar vida a la lucha.

-Yo también te amo pequeña.-Respondió Eisha al tiempo que golpeaba a su caballo en los costados para lanzar el primer ataque….

Un gritó de angustia resonó por todo el campamento, Ainfean había dejado caer la cabeza del cristiano con el que peleaba, cuando vio a Eisha caer del caballo con la armadura colgando de uno de los costados, el grillete que la sostenía al cuerpo del hombre había sido rota en uno de los tantos golpes recibidos, y uno de los cristianos se había percatado de ese detalle, y con fuerza había dado la estocada a cuerpo descubierto de su marido.

Los guerrero mas cercanos, se giraron al verla correr como alma que lleva el mismo diablo hasta el cuerpo de su marido, la mujer no veía nada, solo corría derribando a los cristianos que le impedían el paso, daba mandobles a diestro y siniestro, golpeando con el pie, y la empuñadura. Cuando llego al lado de su hombre, le quito la armadura traicionera, para buscar la fuente la herida. La encontró en el costado derecho, el corte era profundo podía ver un poco de hueso, o eso le parecía a ella.

.-Estoy aquí Eisha.-Dijo con voz temblorosa, había quitado el casco de él y acariciaba su rostro con ternura, secando el sudor y tratando de aliviar con sus palabras el dolor.

Eisha abrió apenas los ojos y sonrió al ver a su mujer ahí, cuidándolo, pero fue el único gesto que pudo hacer antes de caer en la inconciencia que provoca el dolor.

La batalla había terminado y la victoria era para La Guardia de la Media Luna, pero lo que no tenían claro era si todos sus miembros saldrían ilesos y si Eisha continuaría vivo…

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