jueves, 24 de febrero de 2011

Ássassins del Santo Sepulcro 24/02/2011

Despertó despacio extrañando la estancia en la que se encontraba. Tantos meses vagando por el desierto y durmiendo sobre la arena, le habían hecho olvidar la comodidad de hacerlo sobre un camastro por incómodo que fuera y una almohada bajo la cabeza. Aún estaba recordando los nombres de los que dormían en aquella habitación cuando un alto guerrero entró en la estancia.
-¡¡¡ Caballeros!!! –grito el guerrero- ¡¡la batalla está cercana!! Rápido, bajen al salón.
Recordó su nombre, El Duque, se lo habían presentado como a uno de los veteranos de la orden. Era un hombre callado, taciturno y su voz era seria y firme. El Duque al dar la voz de alarma salió de la estancia cerrando tras de si la puerta.
Miro a su alrededor y vio como todos sus compañeros se despertaban. Hizo un esfuerzo buscando sus nombres en su cabeza, Radamante, Titán… eran los mas jóvenes de la orden, pero no por ello menos audaces ni valerosos, por lo que había visto ellos eran los que solían hacer mas armónico y divertido el ambiente, puesto que eran muy graciosos.
- ¡¡¡Vamos compañeros, que hoy tendremos fiesta!!! – dijo alegremente Titan.
- Si pero a ti no te invitaremos – respondió bromeando Izquie, lo que provocó las risas de todos los presentes.
- Tu date prisa en vestirte que tendrás que ir a espiar – le contesto Titán mientras le dedicaba una mueca burlona
Era agradable contemplar como aquellos guerreros derrochaban humor, nadie diría que aquel día tendrían una batalla. Cada vez estaba más convencido que no le habían mentido cuando le dijeron que eran como una familia.
Todos juntos bajaron al salón para tomar el desayuno. Él y algunos de sus compañeros mas nuevos salieron los últimos, pues aun no se acostumbraba al castillo, solía perderse pero no decía nada, no quería quedar como novato, suficiente era que todos tuvieran tanta confianza, se sentía extraño, como si lo miraran con desconfianza, aunque no fuera así, la gente que entraba a la orden de inmediato se convertía en un hermano más y por lo tanto digno de la confianza de todos.
La batalla estaba a por comenzar, los caballos pifiaban nerviosos al sentir el ruido de tambores que no les eran familiares, el sol se reflejaba en las armaduras de los guerreros haciendo que el reflejo hiriera los ojos de los combatientes, e hiciera incomoda la lucha.
-Esto no me gusta.-Murmuró Eisha al oído de su esposa, desde donde estaban lograba ver las filas del enemigo y eran abundantes, casi igualadas con las de ellos y eso lo asustaba, pero también le daba emoció
n. Con una sonrisa, bajó la visera de su yelmo, con su mano izquierda apretó las riendas de su caballo y lo espoleó, para adelantarse un poco y alentar a sus guerreros:
-¡¡¡La batalla es inminente, no quiero por ningún motivo que se sientan intimidados, somos un solo corazón, una gran familia dispuesta a dar la vida por nuestros ideales, el enemigo no es quien mas ejercito tiene, el enemigo es quien mas cabeza usa!!!- Al terminar de decir eso, todos los guerreros elevaron la voz, al unísono de los JM´s que comenzaron a galopar hacia el campamento cristiano….
Como siempre cabalgaban junto a nosotros un bueno número de amigos y nuestros aliados, a los cuales yo aun no conocía, pero que intuía que los iría conociendo a lo largo de las numerosas batallas que nos aguardaban. Me dijeron que eran paganos, los Guardianes del Sello y Dosis Pagana, así se hacían llamar sus Ordenes.
Junto a nuestro MO cabalgaba un guerrero de extraña armadura, distinto a todos nosotros, no era sarraceno, ni tampoco aliado. Mas tarde supe que se trataba de uno al que llamaban Joha, un mercenario y amigo de Eisha y de su esposa Ainfean. Y al lado nuestro un caballero fornido, de largo pelo negro y ondulado, que era tratado con gran respeto y admiración y a quien todos parecían conocer, pero al cual yo no había visto por nuestro castillo, Unghura era su nombre.
Ya estábamos cerca del ejercito enemigo, tan cerca que podía distinguir sus pendones y banderas, todas ellas blancas con una gran cruz roja en su centro, rodeada de iguales cruces pero de menor tamaño. Mi primera batalla sería contra una de las Órdenes cristianas mas nobles y poderosas Ássassins del Santo Sepulcro.
El griterio de los guerreros, unido al ruido de la carga de la caballería me ensordeció. El polvo que levantaban nuestros caballos en su marcha apenas me permitía respirar. Poco mas recuerdo de aquella mi primera batalla, salvo a un caballero cristiano, ataviado con ropajes blancos y una larga cota de malla hasta sus rodillas, que levantaba su brazo derecho contra mi, armado con una enorme maza. Sentí un fuerte golpe que me derribo del caballo y todo se volvió negro y silencioso.
Desperté en el castillo, incapaz de decir cuanto tiempo había pasado. Mi cabeza me dolía enormemente. De manera instintiva, lleve mi mano hacia mi frente, note un aparatoso vendaje que me cubria toda la cabeza. A mi alrededor habia muchos guerreros heridos, compañeros, aliados, amigos. Los que habian sobrevivido sin graves heridas se ocupaban de cuidar al resto. Pero a pesar de estar maltrechos y malheridos se les veía felices. Extrañado por ello pregunte a Espectrus que se encontraba a mi lado, su respuesta alegro mi corazón.
- Compañero, la victoria ha sido nuestra una vez mas.

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