lunes, 28 de febrero de 2011

La Gran Alianza. 01/03/2011

Todo estaba oscuro en el campamento sarraceno. Aun faltaba para comenzar la batalla y los guerreros trataban de descansar y prepararse para el encuentro, todo estaba en silencio, las estrellas por una extraña razón no estaban brillando como de costumbre, en cambio la luna, tenía un tinte carmín, la hacía ver hermosa y lúgubre al mismo tiempo.

La estrategia era esperar a que los cristianos llegaran al campamento, les teníamos preparada una pequeña trampa. Si un pájaro hubiese visto el campamento sarraceno hubiese notado un círculo separado por cientos de metros en el lugar donde parecía estar apostado el campamento. En realidad el campamento era un señuelo, que serviría para distraer a La Gran Alianza y tenderles una emboscada, pues todos nos encontrábamos, apostados en las sombras, ocultos bajo la arena, rodeando el campamento, donde únicamente habiamos dejado una pequeña guardia custodiándolo. Esta tarea de ocultamiento resultó ser extremadamente difícil, camuflarse tan bien que los Cristianos pudieran detectarlo, por eso todo estaba en silencio, para oír las armaduras y el galope enemigo.

Un grito nos alertó, los cristianos ya estaban en el campamento, todos, con la rapidez adquirida en el fragor de tantas batallas tomamos nuestras armas, mientras los encargados de encender las antorchas cumplían con su cometido, iluminando el campamento que antes estaba en la más completa oscuridad.

Las espadas comenzaron a golpear con fuerza, los gritos de dolor al desmembrar a un contrincante, los gritos de los caídos que eran pisados por las monturas, el relincho de los caballos que morían atravesados por las lanzas y agonizaban en el campo, volvían todo un caos, La Gran Alianza creía tener la batalla ganada, pues eran pocos los que quedaban apoyando a La Guardia de la Media Luna, fue entonces cuando el ejercito de reservas hizo su entrada con gritos de victoria, repartiendo golpes a diestro y siniestro.

Esto hizo que todos renovasemos nuestras fuerzas en el combate y nuestra fe en la victoria final. El ver a tantos amigos y aliados apoyándonos insuflaba valor y arrojo en nuestros corazones. La batalla, como tantas otras, estaba resultando dura y sangrienta, el enemigo era muy osado y valeroso, pero esta llegada de nuestras reservas hizo tambalear sus esperanzas y deseos de obtener una victoria sobre nosotros. Su derrota estaba cerca y lo sabían. Solo les quedó luchar hasta el último hombre, incapaces de poder huir, pues estaban totalmente rodeados.

Y así ocurrió, nuestros guerreros y guerreras no tuvieron piedad con ellos, y poco a poco, todos los enemigos fueron sucumbiendo ante nuestras espadas y lanzas hasta que no quedo ni uno solo en pie. Por el contrario, un gran numero de los nuestros sobrevivió al combate. Esto merecía una gran celebración en nuestra fortaleza. La celebración de una nueva victoria para La Guardia de la Media Luna.

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